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La mala traducción de la palabra “cristo”

Como bien se sabe, hay reglas que los traductores de una lengua o idioma a otra u otro deben observar y respetar, y al no respetarse esas reglas, se corrompen las palabras al pretender traducirlas y eso fue lo que paso con la palabra “cristo” que nace de una mala traducción del griego, ya que en el griego existe la palabra griega Jristos, pero los traductores la latinizaron a christus, cuando dicha palabra Jristos tenía un equivalente en el hebreo, Meshiaj, que en español sería Mesías. Así que cuando uno aprecia y contempla la verdadera traducción como ser Mesías, se da cuenta de la riqueza y profundidad de dicha palabra, ya que es una palabra única, que corresponde a un Título único, un Título que habla de promesa, de propósito, de profecía, un Título que solo corresponde a una persona en toda la historia, una persona única que nació aproximadamente 2,000 años atrás, mientras la palabra “cristo” en sí misma no dice nada, absolutamente nada, ya que es una palabra vacía, ya que se violentaron reglas básicas y elementales en lo que tiene que ver con la traducción. Y al no haber habido una correcta y apropiada traducción se despojo a la palabra de su esencia, dignidad, propósito, sentido y naturaleza, robándonos un conocimiento vasto y profundo que es necesario recuperar.

Como ejemplo, de semejante barbaridad y quebrantamiento de reglas compartimos este pasaje:

Mateo 2:4 “Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.” Ahora ya sabemos que el texto debió decir: “Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías.”

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