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Las 4 cargas del Espíritu Santo

En el siglo primero, la nueva fe empezaba a tomar forma, y a los nuevos creyentes no judíos, se les quería obligar a acatar una serie de imposiciones, propias de la religión judía, lo que obligo a que se celebrara un concilio, que fue conocido como el Concilio de Jerusalem, para conocer del asunto. Pero se dio un hecho extraordinario y único, y fue que el mismísimo Espíritu Santo se pronunció al respecto sobre el nuevo camino que debían transitar los nuevos creyentes no judíos, y EL determino, por haber quedado al frente de la Iglesia de Dios, y administrando la misma en sustitución del Mesías Jesús, resolver un asunto o conflicto sometido a su conocimiento, al pretender judaizarse a los nuevos creyentes: Como se escribió en Hechos 15:5: “Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.”


El Espíritu Santo, al respecto, analizo el asunto y tomo una decisión y determino lo siguiente, recordando que EL quedo en vez del Mesías Jesús, ya que el Mesías partió al Padre. Estableció el Espíritu Santo que los nuevos creyentes no judíos se abstuvieran de cuatro cosas: de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado [estrangulado, en otras versiones] y de fornicación. Esas son las 4 cargas del Espíritu Santo. Así quedó registrado en Hechos 15:28-29 “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias que os abstengáis; de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis.”

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