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La herejía del rapto o el arrebatamiento de la iglesia

Es el siglo primero, Pablo le escribe a los creyentes en Tesalónica, y en un momento, les recuerda o les hace memoria de los creyentes de ese lugar, que han muerto anteriormente, y los consuela diciéndoles que no están muertos sino que duermen, que no deben estar tristes, que van a resucitar.

I Tesalonicenses 4/13: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.”


Pero luego, Pablo hace un movimiento inusitado y muy peligroso, le revela a los creyentes de Tesalónica del siglo I, algo que se consideró sorprendente y maravilloso en su tiempo, que había quienes no iban a morir, y entre ellos se contaba o se incluía él, ya que supuestamente el Mesías vendría en el tiempo de vida de ellos: I Tesalonicenses 4/15-18: “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en el Mesías resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”


Así que, ubicando la acción en su debido contexto histórico, cabe preguntarse: ¿A quién le escribió Pablo? Hacerse esta pregunta es básica y elemental porque hay quienes creen que Pablo le escribía a la posteridad, pero la carta es clara, Pablo no le escribía a los creyentes de la posteridad, no le estaba escribiendo a los creyentes de los siglos posteriores, no le estaba escribiendo a usted, le escribió a los creyentes de Tesalónica, a los creyentes de su tiempo, a los creyentes del siglo primero. ¿Y que relata la historia? ¿Qué fue lo que paso? ¿Se cumplieron las palabras de Pablo? Lo que relata la historia es que Pablo murió en Roma, decapitado a manos del emperador romano Nerón, además, toda esa generación de creyentes de Tesalónica murió. Todos, absolutamente todos murieron, cada uno de ellos.


Así que ni la historia, ni el tiempo, apoyan lo que escribió Pablo, ya que a él nadie lo tenía hablando del tiempo del fin, por eso, fallo estrepitosamente diciendo que el Mesías iba a regresar en el tiempo de ellos. A él lo tenían trabajando en la obra e instruyendo y formando y exhortando a los creyentes y no alentándolos que ya todo se iba a terminar, y que ya se iban en las nubes “para recibir al Señor en el aire”.


Posteriormente, con el paso del tiempo, algo paso, que Pablo vuelve a escribirles una vez más a los creyentes de Tesalónica, y trata de corregir y rectificar lo que primeramente les había escrito, ya que se había creado un gran alboroto y una gran expectativa en la comunidad de creyentes, donde inclusive hasta habían creyentes que ya no querían trabajar porque creían que ya se iban en las nubes. Les dice: II Tesalonicenses 2/1-2: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesús el Mesías, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.


En esta segunda carta, uno puede reparar si lee detenidamente que ya Pablo no habla de que el día del Señor está cerca, que es inminente, que ya está a la vuelta de la esquina, sino que menciona, que va a tardar, que ya no va a ser inmediatamente, sino que primero se deben dar una serie de acontecimientos previos para que regrese el Mesías, y les escribe: II Tesalonicenses 2/3: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”.


Así que obligatoriamente quien lee la primera carta a los tesalonicenses debe actualizar las palabras de Pablo con la segunda carta que les volvió a dirigir a los tesalonicenses. De no hacerse eso, quien insista en creer en un evento que no aparece en el Libro de Apocalipsis o Revelaciones, allí se va a quedar vestido y alborotado, como se quedaron vestidos y alborotados los creyentes del primer siglo, esperando nada, ya que en el Tiempo del Fin la fe del creyente va a ser probada, y nadie se está yendo ni escapando del Fin...

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